sábado, 16 de marzo de 2013

Nos la suda


Hoy he llegado a una conclusión. Esta sociedad, en la que vivo, que es la que conozco, necesita limpiarse en algunas cosas. En muchas. No es nuevo decir que estamos en una sociedad en la que los patrones publicitarios (que es uno de los mecanismos principales que la mueven) se basan en el yo. Pocas, muy pocas, en el tú. Estamos como acojonados, atontados. Por ejemplo, una medida política que afecte a un colectivo determinado, sólo le interesa a ese colectivo. Ahora que hay paro para aburrir, parece que los ciudadanos activos, aquellos que pueden o están capacitados para trabajar, están en un paredón y les van disparando. Si te pegan un tiro (despedido) te jodes. Si no te disparan, rezas para que a ti, por lo menos, no te pase. Es decir, mientras que no te despidan, lo sentirás mucho por aquellos que hayan sido fusilados pero, “por favor que a mí no me pase porque sino si me importará (de verdad) el tema del paro”. Eso sí, todo el mundo a pedir medidas a un gobierno al que se la sudamos. En realidad, nos la suda todo mientras no nos pase a nosotros.

Yo el primero. Soy el primero al que me importa una mierda todo; No estoy en el paro, la sanidad me la suda porque tengo salud (creo), la educación me la trae al fresco porque ya terminé el colegio y las pensiones aún me pillan muy lejos. Pues mal, estoy siendo un cabrón. Un hijoputa. No, miento. Estoy siendo un verdadero HIJOPUTA, con mayúsculas.

Necesitamos un "movimiento social" sin más ideología que la lucha contra la injusticia que nos rodea, empezando por la más cercana. Y es que somos gilipollas porque la frase que más se dice en los bares (o en lugares de reunión) es que “la sociedad está fatal”, que “somos muy borregos” y que “la TV es una puta mierda”. Pero nos la suda, porque pedimos otra cerveza y los vapores de la indiferencia nos acallan la conciencia.

@HoldenCenteno

jueves, 14 de marzo de 2013

De rutina

Me dedico a vivir porque estoy vivo. Puede parecer una frase estúpida o salida de un tuit del pesado de @ifilosofia, pero no, hace tiempo descubrí que me dedico a vivir porque estoy vivo. Seré más concreto: Tengo un vecino. Esa clase de vecino que si ves que está esperando al ascensor, eres capaz de subir por las escaleras a pesar de haber tenido un día de mierda o haber vuelto de subir el puto Everest. Es un vecino que vive, como yo, pero amargado. Un hombre que no se dedica a vivir,  un hombre que amarga su vida cada día porque en un momento de su existencia decidió ser absorbido por una rutina endiablada.

Una vez me preguntaron ¿La rutina es un problema? Rotundamente no, respondí. Al contrario, la rutina es perfecta, es la clave de la vida. El grave problema es que la gente no acepta que su vida sea la misma cada día. El problema es que la gente haya decidido llevar una vida muerta.

Siempre me causaron pena esas escuetas conversaciones de "-¿Por qué lo dejasteis? -Nada, por la rutina, llegamos a un punto en que todo el rato era lo mismo... Los mismos planes, las mismas formas..."
Creo en la existencia de personas que están juntas cuando no deberían de estarlo y hacen que su vida sea más insoportable. También creo en la existencia de dos personas que juntas, cada día, hacen las cosas más sencillas de la vida, las cosas más cotidianas del mundo, los planes más normales de siempre, todos los días de su vida sabiendo que son las personas más felices de la jodida tierra.

La gente echa la culpa de todo a la rutina para esconder sus malditos fracasos en ella. Los que culpan a la rutina, son los mismos que resumen su existencia en salir a emborracharse cada fin de semana sobre el bordillo de una calle o se encierran en una discoteca de mierda. Son los que se pasan las horas en un maloliente bar mientras dejan sola a su mujer en casa. Son los mismos que moldearon su corazón hasta convertirlo en una pocilga para que habiten en ella los cerdos.

A veces tiemblo cuando me imagino las respuestas de esas personas si les preguntara ¿Amar a la misma persona es una mala rutina?

@HoldenCenteno

miércoles, 6 de marzo de 2013

La bomba atómica


La naturaleza de las personas es sencilla y fácil. La cabeza humana ya es otro asunto. La puta cabeza es la bomba atómica más peligrosa y complicada que haya existido en la historia de la humanidad y a lo largo de todos los siglos nos hemos convertido en auténticos expertos en utilizarla para lo incorrecto; para hacer daño a las personas que queremos y a las que odiamos, para autodestruirnos y destruir historias que pudieron ser perfectas e incluso para ser capaces de morir en vida.

A pesar de que tengamos una bomba atómica sobre los hombros, como decía al principio, las personas son sencillas y fáciles. Quiero decir con ello que podemos ser felices con muy poco. Hace años descubrí que las cosas que me hacen feliz están al alcance de mi mano. Descubrí que puedo ser feliz cagando mientras leo el periódico del día y que no hay felicidad tan grande como la de pasear por el centro de la ciudad sin  conocer el nombre de las malditas calles, a pesar de llevar toda la vida recorriéndolas. También descubrí que soy feliz cuando voy a comer a un fast-food o cenando la tortilla de patatas que prepara mi madre. Puedo ser feliz haciendo la compra en el supermercado y recorriendo una línea de metro que me lleve a una cita perfecta.

 Descubrí que puedo ser feliz descubriendo grupos de música y que no hay emoción más grande que la de volver a escuchar una canción que hacía tiempo habías olvidado, darle al “Play” y ser capaz de transportarte a un momento determinado de tu vida y que el cerebro te permita oler lo que olías en aquella época y sentir como sentías en aquellos días que creías que ya habían muerto y sin embargo te equivocabas, y ahí siguen, en lo más profundo de ti.

Descubrí que no hay nada más potente que descubrir que siempre te quisieron a pesar de ser un completo fracasado y fallar día tras día a esa persona que sólo quiso explotar tu bomba atómica para hacerte feliz, feliz como nadie, y sin embargo sigues engañado, pensando que leer literatura mientras cagas, te hace feliz.

@HoldenCenteno